
Cuando partieron las diez expediciones, pocos creían que los Lares fueran a sobrevivir. Mucho menos a resultar rentables para la corona. Los sidhe lo vieron como un capricho de la reina pero no se opusieron, no suponía ningún riesgo para ellos, si se cobraba la vida de algunos gentiles, no era algo que fuera a quitarles el sueño.
Sin embargo, para los gentiles la llegada del viajero y la formación de los Lares fueron símbolos de esperanza. Y de una libertad anhelada largo tiempo.
¿Qué significa los Lares?
La respuesta a esa pregunta varía según a quién se le pregunte. Para la corona, los Lares no son solo oportunidades de expansión y de crecimiento para TerraLinde. Han servido a dos propósitos esenciales. El primero ha sido atraer la atención de los sidhe para que no pensaran en ocupar el trono del cerezo durante un tiempo. El segundo, y tal vez el más peligroso y arriesgado, servir de una muy necesaria válvula de escape para los gentiles.
Para los sidhe, al principio los Lares no resultaron interesantes. Eran lugares donde perdían su poder y en los que el riesgo parecía ser mucho mayor que las potenciales recompensas. Esto cambió, por supuesto, cuando los Lares prosperaron y, a través de la corona, crearon un nuevo mercado. De cada transacción con aquellos nuevos materiales, artefactos y recursos, la corona se llevaba una parte. Los sidhe decidieron que no volverían a perder la oportunidad. De un modo similar, los gremios vieron los Lares como una «oportunidad». Les libró de muchos aprendices inquietos que pedían insistentemente una oportunidad que los maestres no querían darles. Nunca creyeron que estos pioneros volverían con materiales que desconocían. Y mucho menos que aprenderían nuevos trucos que no compartirían con ellos.
Para los gentiles fueron una puerta abierta. Los Lares eran un nuevo comienzo. Lejos de TerraLinde, cierto, pero también lejos de todo lo que les asfixiaba. Obtener un Lar significaba la oportunidad de crear algo nuevo. Eso atrajo a los soñadores, a los inconformistas y a los emprendedores. A todos los que en TerraLinde habrían podido dar problemas.
Los diez primeros Lares
Las primeras expediciones fueron seleccionadas con más cuidado del que muchos creen. En todas ellas iban BuscaSendas, el recién formado cuerpo de exploradores. En todas iban hadas con formación muy diversa, que se habían ofrecido como voluntarios por distintas razones. Todas esas hadas estaban dispuestas a correr riesgos y a plantar la semilla de una nueva sociedad.
Ahora, diez años después, corren muchas historias de cómo fueron los primeros días de los Lares. Cuentan que fue duro, que tuvieron que hacer frente a pruebas, peligros y desafíos que podrían haberles quebrado… Pero que valió la pena porque de esas primeras expediciones nacieron diez asentamientos distintos a todo lo que había antes en TerraLinde. No por los descubrimientos que hicieron o los pueblos con los que trabaron amistad, sino porque tuvieron la oportunidad de hacer las cosas de un modo distinto.
Ahora los Lares están a punto de quedar integrados de manera permanente a TerraLinde y pronto ya no será necesario adentrarse en las brumas para llegar a ellos. Todos ellos se encuentran en grandes regiones, llenas de recursos, que están gestionadas por gentiles y que sólo deben lealtad a la corona. Diez ricas y prósperas provincias en las que la nobleza no existe y que han creado sus propias reglas. Algunos tienen gobiernos elegidos por todos sus habitantes. Otros se autogestionan mediante comités y consejos públicos. Uno de ellos funciona como una enorme empresa que ofrece dividendos cada pocos meses. Y todos quieren ser escuchados y respetados por igual.
Oportunidades y conflictos
Hay quien dice que la corona ha sentado las bases para una nueva guerra civil. Que tarde o temprano esos Lares querrán independencia y, entonces, deberán ser sometidos por la fuerza. Otros creen que se ha plantado la semilla de un cambio y que el destino de uno o de todos los Lares es insignificante. La idea de que las cosas pueden hacerse de un modo diferente ya ha empezado a calar en las hadas.
De momento, todos aquellos que desean solicitar la concesión de un Lar deben prestar juramento a la corona. Pero donde la magia de TerraLinde no alcanza, ¿de qué sirve un juramento? Los sidhe creen que no vale de nada y así lo han hecho saber a lo ancho y largo del reino. Lo cierto es, sin embargo, que ninguno de los diez primeros Lares han dado ninguna señal de rebeldía. Para adelantarse a los acontecimientos, la corona ha dado poderes al Maestre Arkai, el administrador que, desde CorreCabras, gestiona los Lares, para que tome las decisiones que considere oportunas. Y aunque todavía es sólo un rumor, se dice que el Maestre Arkai está dando los pasos para crear un Consejo de Lares, un órgano que pueda negociar con el Consejo de TerraLinde en igualdad de condiciones.
Mucho depende ahora de cómo funcionen los nuevos Lares que van a crearse.
El undécimo Lar
Y por supuesto, está TierraLibre. El Lar ilícito que la Dama Nicasia, o Nanyalin como la llaman algunos, creó con la llama del feudo que la reina le entregó tras la guerra. Desde allí, ella y su hermano Yirkash orquestaron las revueltas goblin, que provocaron la caída de los esclavistas y que llevó el caos al comercio metalúrgico en TerraLinde. El Lar al que Nicasia guió a todos los goblins que desearon unirse a ella y donde intentan convertirse en un pueblo libre.
Las propias leyes de la corona protegen TierraLibre; declarar la guerra a un Lar es declararle la guerra a TerraLinde. Del mismo modo, sin embargo, el feudo otorgado por el trono puede recuperarse si la región se declara en rebeldía o si las hadas que lo gestionan causan perjuicio al reino. Nadie sabe a ciencia cierta qué ocurriría si la corona decidiera apagar la llama de un Lar. Nadie sabe siquiera si es posible.
El mensaje que llega desde el trono del cerezo parece claro. TerraLinde está cambiando. Respetando las reglas del juego, cada grupo, cada facción, es libre de intentar sacar beneficio y hacer que la sociedad tome su ejemplo. La hueste invernal liderada todavía por la misteriosa Dama RecorreTúneles, está dispuesta a jugar.
Y mientras, nadie sabe con certeza qué ha hecho la corona con todo el poder mágico y el dinero que ha adquirido a través de los Lares. Las malas lenguas dicen que si el trono del cerezo está dispuesto a arriesgar tanto, es porque se guardan un poderoso as en la manga.
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