El viajero que abrió las fronteras de TerraLinde

viajero

Las brumas que limitaban TerraLinde se empezaron a romper poco después de los eventos narrados en «La Última Primavera». Al principio fue algo tan sutil que ni siquiera las hadas que vivían en las tierras fronterizas se dieron cuenta. Todo cambió el día que el extraño visitante salió de las brumas y se dirigió a la pequeña y modesta aldea de CorreCabras. Pocos son los que aprendieron su nombre. La mayoría todavía se refiere a él, simplemente, como el viajero.

La llegada del viajero

El viajero no se parecía a ninguna hada de la que nadie hubiera oído hablar. Era alto como un troll aunque muy enjuto y encorvado. Su piel era cetrina y correosa, como si sólo hubiera músculos y tendones debajo. Viajaba envuelto en un pesado abrigo de una extraña piel y cargaba a la espalda tal cantidad de objetos y cachivaches que habrían doblegado al hada más fuerte.

Al encuentro de esa criatura mandaron a JuntaLetras, la erudita que había recuperado por fin su posición en la biblioteca real. Ella consiguió dar sentido al idioma gutural del viajero. Y descubrió así que el lugar del que provenía la criatura había formado parte de TerraLinde milenios atrás. El viajero le habló de aquello que las hadas llamaban EntreMundos. En las brumas de EntreMundos existían innumerables reinos. Reinos cuyas fronteras cambiaban constantemente. Cuando un reino era fuerte y su gente prosperaba, sus fronteras se hacían más amplias. Cuando un reino se debilitaba, las brumas devoraban regiones que se perderían hasta que otro las reclamara.

Durante mucho tiempo las fronteras de TerraLinde habían sido débiles y apenas podían contener un pequeño reino. Ahora habían empezado a crecer de nuevo. TerraLinde podía recuperar todo lo que había perdido en el pasado, restaurando viejos vínculos, atrapando fragmentos perdidos o, incluso, arrebatando territorios a otros mundos.

Juntaletras supo así de reinos totalmente desconocidos, con criaturas, riquezas y pueblos que las hadas no podrían siquiera empezar a imaginar. El camino a esos lugares había quedado abierto y, si las hadas de TerraLinde eran lo bastante valientes para hacer frente a lo desconocido, podría llegar a ellos.

La gema del viajero

Antes de partir de nuevo, el viajero ofreció un regalo a JuntaLetras. Su gente llevaba generaciones vagando por las brumas, comerciando y buscando respuestas a las preguntas que les habían sacado de su hogar. Le dijo que cualquiera podía entrar en las brumas y que, con el suficiente temple, era posible llegar a algún destino. Pero que no era tan sencillo encontrar un camino en EntreMundos. De uno de los bolsillos de su extraño abrigo, el viajero sacó una gema. Estaba caliente al tacto y resplandecía con el tono sangriento de un atardecer. Con ella, dijo, sería posible crear un faro que permitiera a las hadas orientarse entre las brumas y volver a TerraLinde con mayor seguridad. Si dijo algo más, JuntaLetras jamás compartió sus palabras.

Con la promesa de nuevas tierras, de riquezas por explotar y pueblos con los que comerciar, el Trono del Cerezo y las casas nobles decidieron construir una torre donde emplazar la gema. También se creó un cuerpo de exploradores, que tomaron el nombre de BuscaSendas. A ellos les encargaron encontrar caminos seguros que llevaran a regiones donde fueran bienvenidos.

Los diez Lares

Cuando los primeros BuscaSendas empezaron a regresar, las noticias desalentaron a los sidhe. Fuera de las fronteras de TerraLinde la magia escaseaba. En algunos reinos usarla era incluso peligroso. La imagen que algunos nobles se habían hecho se desvaneció. No habría huestes de sidhe marchando a la conquista si no podían hacer magia.

El viajero había hablado de reinos recuperando regiones perdidas. Lo único que hacía falta, dedujo JuntaLetras, era llevar la autoridad de la corona aquellas regiones para que la magia de TerraLinde volviera a fluir. El Trono del Cerezo había entregado feudos con anterioridad. Pequeñas lámparas prendidas con el fuego que ardía en el corazón de Palacio y que simbolizaba el vínculo entre TerraLinde y sus reyes.

Los BuscaSendas habían sido capaces de trazar el camino a diez regiones distintas. Así pues se mandaron diez expediciones a las brumas, formadas por todo tipo de hadas y financiadas por la corona. Empezaron como pequeños campamentos donde apenas podían subsistir media docena de hadas. Desde ellos exploraron las nuevas regiones, establecieron vínculos con sus habitantes, se ganaron su confianza y aprendieron a comerciar con ellos. Diez años después son prósperos enclaves bajo la protección de Silvania y  forman parte de TerraLinde.

Para el Trono del Cerezo los diez Lares han sido un éxito y es el momento de buscar nuevas regiones que explorar y colonizar. Después de ver los beneficios obtenidos por la corona, las casas nobles y los gremios de TerraLinde no quieren quedarse fuera.

Hadas de todas partes de reúnen en CorreCabras. Bajo la luz de su Faro toman el juramento de los BuscaSendas y emprender el mayor viaje de sus vidas.